Ayer un trovador que sinvergüenza no le teme a la magia de pensadores novatos, me aconsejo sobre la poca delicadeza de los magos en la aventura de los cuentos peregrinos, me señalo a las princesas encantadas sin sentido, llamó entonces a las sirenas para que cantaran en mis oídos, cito pues a Nietzsche “más allá del bien, y del mal” – prefiero a Dickens, dije en tono enérgico , vuela lejos antes que el pavimento te atrape,- respondió- no tome en cuenta su argumento, pero si la arista planteada, - sonreí-, de lejos en un caminante bufón se nos unió en la madrugada gélida de aquel miércoles para alegar a favor de Siddhartha y el ascetismo extremo, el por que la vida de placeres tiene dos extremos distintos, y el por que la verdad se hallaría en la justa medida entre el placer exacerbado y el ascetismo extremo- --seguimos caminamos sin rumbo y sin conciliación a tan tamaña consideración, de lo que si estuvimos completamente seguros, eran las 3.56 am ni trovador, ni bufón, ni yo, sabíamos donde poder tomar una micro que no sea una pirata con olor a tabaco, flaño destilada y reggaetón.
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